La erosión de las playas en la provincia de Huelva, como en el resto del mundo, es cíclica. El hecho de que en estos dos últimos años haya disminuido las dimensiones de los arenales onubenses no se corresponde con los efectos del cambio climático -este tiene una incidencia mínima en la subida del nivel del mar, inapreciable aún. (Los espígones también tienen buena culpa de esta erosión, a nivel particular, algo que no hay que olvidar, pues hacen que el aporte natural de arena no recale en todas las playas por igual). En un plano más general, la dinámica del litoral se ve modificada bajo unos patrones deteminados por los fenómenos meteorolígicos. En años de lluvias, las playas se ven mermadas de sedimentos, a causa de los temporales; en años de sequía, como es lógico éstas se recuperan y vuelven a mostrar generosos hectómetros cúbicos de arena.
El profesor de la Universidad de Huelva y doctor en Geológia, Juan Antonio Morales, explica que cuando la Niña es la protagonista en el Pacífico, “en el Atlántico predomina la Oscilación negativa lo que propicia que las lluvias sean abundantes y que éstas entren en Europa por el usroeste de la península, es decir por el Golfo de Cádiz”. En estos momentos, el Atlántico Norte se halla bajo el manto de la Niña. Una tutela que comenzó hace apenas dos años, justo cuando comenzaron a caer las precipitaciones de forma asidua en el Suroeste español, y por ende en la provincia de Huelva. Hasta ese momento, finales de noviembre y principios de diciembre de 2009, el Niño se resistía a abandonar el zetro. Por aquella época, las admisnistraciones comenzaban a estudiar estrategias a seguir para racionar, equitativamente, la escasa agua embalsada en los pantanos. Se preveía cortes en el suministro en los meses venideros.
Información y fotografía: www.gesticulando.com
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