Miguel Burguillos
El reloj marcaba la hora H, es decir, las ocho menos veinte de la mañana del día 26 de octubre de 1964, cuando tuvo lugar en las apacibles playas de Mazagón el mayor desembarco anfibio efectuado tras la finalización de la Guerra de Corea, aunque ahora en tiempos de paz y liderada, nuevamente, por los Estados Unidos de América.
Se trató de la llamada “Operation Steel Pike 1”, consistente en un magno simulacro de maniobra militar de desembarco de fuerzas de Infantería de Marina en un territorio supuestamente hostil, sojuzgado por una potencia invasora, y donde era necesaria la consecución, los días posteriores, de una serie de objetivos orientados a la conquista de determinadas localizaciones.
Dicha Operación, cuyo desglose de objetivos era la conquista y consolidación en cinco días de tres localizaciones urbanas, a saber, los sectores “Alfa” (Huelva), “Bravo” (Niebla) y “Charlie” (El Rocío), estuvo presupuestada por el Departamento de Defensa estadounidense en unos 10.300.000 dólares. Así, para la conquista “virtual” de estos núcleos onubenses, participarían un total de 29.000 marines norteamericanos, 2.000 vehículos terrestres, aproximadamente un centenar de buques de desembarco, apoyo y submarinos, al igual que unos doscientos aviones y helicópteros. Sin embargo, y debido a que tanto Niebla como El Rocío poseían numerosas extensiones de terreno cultivado en sus inmediaciones, los mandos determinaron finalmente no tomar ambos núcleos, sino hacerlo únicamente sobre el plano.
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