ADIÓS A UN ESTUDIOSO DE JUAN RAMÓN

Se ha ido Rafael Alfaro


Escrito por Antonio Ramírez Almanza
miércoles, 28 de octubre de 2009
El amigo Rafael Alfaro, apasionado sin sombras por Juan Ramón Jiménez, se fue un día de otoño como queriendo testimoniar hasta el final de su tiempo los vínculos que le unía al poeta de Moguer. Lo hizo una mañana de octubre, la misma de un 25 cuando se cumplían cincuenta y tres años de la concesión del Nobel al autor de Platero y yo.
Será difícil en la Casa Museo de Moguer que le olvidemos. Su presencia durante muchos años, siempre suponía el encuentro con la sincera vocación que le rendía al poeta de la calle Nueva. Incansable, llegaba como un torrente apasionado, derramando por doquier su entusiasmo juanramoniano. Continuamente traía alguna iniciativa, algún proyecto. Inquebrantable, lo vimos trabajar hasta la extenuación para conseguir que Malgrat, la cuna de Zenobia se hermanase con Moguer. Y disfrutó sin vanaglorias aquellos días. Su impecable traje negro, sus gafas sin cristales, su porte de hombre seguro, atento y locuaz, le hacía inconfundible con su sombrero de fieltro, repartiendo el anecdotario de su larga vida con la hondura y sabiduría de un paternal maestro.
Mientras pudo no dejó de concurrir a cuantas convocatorias o efemérides sobre JR le llegaban desde Moguer. Aparecía con el tiempo por delante, el primero, después de un periplo en autobús que le traía de Sevilla, sin olvidar, en las noches de invierno, su capa española. Y la Casa Museo se llenaba de Rafael, que como un viejo militar regresaba a su cuartel tras una larga ausencia con sus alforjas bien repletas. Nos llenaba de noticias, hablaba de su últimos escritos, charlas sobre Zenobia, poesía e iconografía de Platero y su siempre entrañable conferencia "Juan Ramón de cerca, recuerdos de una amistad" con el también médico onubense Francisco Duclós.
Le gustaba recorrer el Museo, ver los retratos pintados por su hijo de JR y Zenobia; reprendernos para que fuésemos más contundentes en su última batalla, que ubicasen el monumento de Zenobia en un sitio más digno de Moguer. Este "empecinado onubense" como alguien le calificaría, con sus muchos años siempre portaba aire nuevo. Por aquí no se le olvida, ahora menos, que como Platero, está en el cielo de Moguer.


Don Rafael


Escrito por Antonio Martín
jueves, 29 de octubre de 2009
Don Rafael era un hombre bueno. Con los tiempos que corren, decir eso ya supone bastante, pero es que don Rafael era mucho más: él amaba la poesía, él amaba a Juan Ramón. Jamás conocí a nadie que defendiera tanto y con tanta vehemencia la figura del ‘andaluz universal’. De tal modo disfrutó y admiró su obra que se convirtió en un experto juanramoniano casi sin quererlo. Reconocido y valorado como practicante y visitador médico (su profesión), don Rafael decidió dedicar el resto de su inagotable fuerza vital a la defensa de Juan Ramón Jiménez y, con mucha más emoción si cabe, a la de su idolatrada Zenobia, de quien no se podía decir una palabra fea en su presencia (por eso, entre muchos otros reconocimientos, disfrutaba del título de hijo predilecto de Malgrat de Mar, municipio natal de la esposa de Juan Ramón, en Barcelona). Onubense hasta lo más profundo, vivir en Sevilla desde hacía medio siglo en el fondo no le apartó de su Huelva ni un solo milímetro. El sábado pasado, a los 86 años, don Rafael Alfaro Ros emprendió su ‘viaje definitivo’. Se fue él, pero, como con Juan Ramón, "quedaron los pájaros cantando".
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