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martes, 19 de mayo de 2009

UN MUNDO FELIZ

Han sido años felices; de crecimiento económico. El urbanismo ha sido su mayor consecuncia. La adquisición de varias viviendas -en Moguer, en Mazagón, en sus campos, incluso en el Rocío- ha estado presente en el ideario colectivo. No todos lo han conseguido.
Socialmente también las cosas han cambiado. No me refiero a la movilidad social de los últimos años. Aunque existirán en nuestra localidad tantas opiniones como personas, desde luego el tema de la inmigración y lo que viene pasando en los últimos años en Moguer y, como consecuencia, en el núcleo de Mazagón, no ha dejado indiferente a nadie. Vamos a reproducir la visión particular que se da en el periódico El Mundo. Cada uno puede sacar sus conclusiones.

Tomado de: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/11/andalucia/1242069222.html

EL DRAMA DE LA INMIGRACIÓN (I) El 'efecto llamada' de la fresa
'Vivimos abandonados como animales'
Antonio Salvador Moguer (Huelva)
Actualizado martes 12/05/2009 09:21 horas

Los inmigrantes que malviven en asentamientos chabolistas en la comarca onubense de la fresa volvieron a reclamar ayer al Gobierno una «oferta de trabajo» para poder trabajar en el campo y abandonar las condiciones infrahumanas en las que viven desde hace meses.
«La mayoría de nosotros come de la basura, no hay cobertura sanitaria... Mirad cómo estamos en Europa, donde hay derechos humanos y civilización. Vivimos abandonados como animales», denunció ayer el joven maliense Moussa Diarrá en el paraje Las Madres, una zona de pinares entre Palos y Moguer donde 'viven' más de 1.500 inmigrantes en incontables chozas de plásticos.
Llegaron a la comarca con la esperanza de ganarse la vida en la campaña de la fresa, pero su condición de irregulares –en torno al 80 por ciento de los asentados– impide su contratación. Ningún patrón quiere arriesgarse a una multa por llevar al tajo a inmigrantes sin permiso de trabajo o residencia. «Decimos al Gobierno que haga una oferta de empleo para [trabajar en] la fresa a los que ya estamos en España. En el campo no hay crisis laboral», agregó Diarra.
El Gobierno no parece dispuesto a atender esta reivindicación. El subdelegado en Huelva, Manuel Bago, respondió ayer que en el campo onubense «no se puede aspirar a trabajar si se parte de una situación irregular en cuanto al permiso de trabajo o residencia».
«Hemos repetido por activa y por pasiva, en incluso hemos hecho campañas para informar de que a Huelva no se viene sin contrato de trabajo. Por tanto, pida quien pida un empleo para estas personas no es posible porque no reúnen las condiciones», dijo Bago a Efe.
Con el apoyo del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), el colectivo estudia organizar una marcha a pie hasta Huelva para denunciar las condiciones en que se encuentran si no reciben soluciones de las administraciones públicas. «Hace falta que se vea lo que hay debajo de estos pinos. Sois seres humanos con derechos y no delincuentes. Sois personas que habéis venido a buscar trabajo», les arengó Diego Cañamero, secretario general del SOC.

Tomado de: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/12/andalucia/1242154502.html

INMIGRACIÓN Los rostros de la miseria
Un paraíso perdido junto a campos de fresa

Vídeo: Jesús Morón
Llegaron a Europa en busca de una vida mejor y hoy cientos de inmigrantes malviven en poblados chabolistas de Huelva a la espera de un contrato en el campo que nadie le ofrece.
Antonio Salvador Moguer (Huelva)
Actualizado miércoles 13/05/2009 08:14 horas

No puede ser éste el paraíso con el que soñaba el joven maliense Kaba Sangare cuando se embarcó en una patera en Mauritania rumbo a la próspera Europa. No. Ni la tierra imaginada por el costamarfileño Idrissa Diakité en su huida de la guerra y la miseria. Ni tampoco la de Yayá Keita, Traore Mudibu, Moussa Diarra, Sumeila Yacté, Siaka Sidibe, Amadou Traoré...
En pinares de Huelva, junto a los campos de fresa que trajeron prosperidad y riqueza a la comarca, se amontonan los sueños rotos de quienes en la otra orilla del Estrecho imaginaron una vida mejor. A veces, el paraíso linda con el infierno.
"Nunca en Mali tuve que vivir en una chabola ni comer de la basura", dice Amadou Traoré
Desde hace varios meses, miles de inmigrantes –subsaharianos mayoritariamente y en situación irregular– malviven en asentamientos de chabolas levantados en la zona fresera a la espera de un imposible: conseguir un trabajo en el campo. Ningún patrón está dispuesto a contratar a ‘sin papeles’, nadie quiere arriesgarse a una multa cuando no escasea precisamente la mano de obra. El desplome de la construcción ha provocado que muchos de los que hasta ahora se ganaban la vida en el andamio regresen a las tareas agrícolas. La tierra prometida de los hermanos Kaba y Alí Sangare junto a los campos de fresa onubenses es un chozo de plástico –de tres metros de largo por dos de ancho– sostenido por cuerdas, cartones y cañas. En su interior hay un viejo colchón tumbado en el suelo junto a ropa tendida y una maleta roja, la metáfora que mejor refleja el sueño roto de un viaje emprendido en Mauritania. Allí subieron a una patera que les llevó hasta Las Palmas de Gran Canaria antes de dar el salto definitivo hasta la península.
Los más de 1.500 inmigrantes que han tomado el paraje de Las Madres, entre Moguer y Palos de la Frontera, viven en un laberinto sin salida. Sin papeles no hay trabajo, sin trabajo no hay dinero y sin dinero... Nada. Na-da.
Parroquia de Mazagón
Si madrugan y llegan a buena hora quizá puedan coger una bolsa de comida (arroz, leche, pescado en conserva, tomate y pan, entre otros productos básicos) que la parroquia de Mazagón reparte cada martes. También presta ayuda Cruz Roja y, sin un euro en el bolsillo y cuando el hambre aprieta, siempre queda el recurso de rebuscar restos de comida entre la basura. Éste es hoy para ellos aquel 'paraíso soñado'.
«Yo ya no busco trabajo porque no tengo papeles. Lo primero que te pregunta el jefe es que dónde están los papeles y yo le respondo que no tengo. 'Entonces no hay trabajo', me contesta», cuenta Yayá Keita, un maliense de 26 años que en enero de 2008 logró llegar a Tenerife –en patera con 77 personas más– desde Mauritania tras pagar 900 euros.
«Hay mucha gente muerta por intentar haber llegado hasta aquí. Si el Gobierno no quiere que nadie entre tiene que cerrar [las fronteras]. Pero cuando entra en España tiene que ofrecerle una oferta de trabajo», defiende Moussa Diarra, de 25 años y natural de Mali, que lleva año y medio en el país tras alcanzar la costa de Las Palmas en patera desde Gambia.
En 16 meses que lleva en España, Amadou Traoré ha podido trabajar tan sólo 25 días. Fue en la recogida de la manzana en Lérida, donde vive un hermano. Vino a Huelva hace dos meses con la intención de trabajar en la campaña de la fresa, pero no tiene papeles.
«Nunca en Mali tuve que vivir en una chabola, ni comer de la basura. Pensaba que si venía a España podría ganarme la vida mejor. Pero estoy peor todavía», cuenta a este periódico Traoré junto a la mezquita que los inmigrantes han levantado en el asentamiento. Cuestión de fe.
A Idrissa Diakité, costamarfileño de 34 años, no le ha ido mejor la vida en España desde que puso un pie hace 17 meses. Cuando la guerra llegó a su pueblo, Bouaké, envió a su mujer (27 años) y a su hijo (7) a la capital, Abijan, y él inició la aventura europea. Hoy sigue siendo tan pobre como cuando llegó. «Si tienes trabajo puedes pagar la luz, el agua y enviar algo de dinero a casa. Yo no tengo ni para pagar la escuela de mi hijo», observa Diakité.
Cañamero: "Debajo de los pinos no sólo está el Rocío y la playa de Matalascañas"
No hace falta viajar al corazón de África para ver las penosas condiciones en las que malviven estas personas, a las que la crisis económica nunca les da tregua.
El Sindicato de Obreros del Campo (SOC), que está prestando ayuda al colectivo de inmigrantes, considera que se trata de un «problema humanitario» que requiere una solución por parte de las administraciones públicas. «El Gobierno no puede taparse los ojos ante esta realidad, son personas que están en la Europa de los derechos humanos y de las libertades. Y en esta Europa se les está tratando como animales, como herramientas inservibles», denuncia Diego Cañamero, secretario general del SOC y portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).
Cañamero dice que los inmigrantes están dispuestos a organizar una marcha a pie hasta Huelva si no se les atiende y se les garantiza agua y comida. «Alguien es responsable de que estén aquí. Debajo de los pinos no sólo está el Rocío y Matalascañas. Hay seres humanos que sólo buscan una vida mejor», apostilla.

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