Sed de arena | | |
Escrito por José Antonio García | |
martes, 02 de febrero de 2010 | |
Suena más a título de copla que a otra cosa, voz litoral y desgarrada aquí, en la cúspide o sima de un justificado dolor, tal cual es el que viene sufriendo la costa onubense -tramo comprendido entre la ría de Huelva y la desembocadura del Guadalquivir, sobre todo-, que está provocando la ruptura de aquella antigua y respetuosa relación de la playa con el mar y de la que, en los sutiles plegamientos de la memoria de cualquier conocedor de la referida zona, se inscribieron historias naturales tan bonitas. Caben así, en el recuerdo, los paisajes, los trazados, los nombres y verbos sentidos, la misma conjunción de la luz con el aire… Larguísima franja costera, con cientos de metros de separación entre el monte y el agua, donde cualquier forma de vida (mineral: cadena dunar; vegetal: barrón, cactus, nardos marinos…; animal: jilgueros, saltamontes, pequeños escarabajos…) era posible. Un paraíso, en suma. Hoy, sin embargo, poco – casi nada- de lo citado existe. Todo se lo ha tragado involuntariamente la mar, de cuyas últimas embestidas son tristemente elocuentes las imágenes del actual invierno. Ante dicha evidencia, otra, asimismo, que los observadores destacan: el mencionado deterioro arranca con la construcción del dique Juan Carlos I (El Espigón), actuación humana que marca un antes y un después. En consecuencia, se exige aquello considerado justo y viable: humanas actuaciones también, que regeneren definitivamente la playa. Esto es, lo suyo. ¡Y no más sed de arena! www.odielinformacion.es |
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